El Centro Internacional de Convenciones de Medellín se estructura a partir de un proyecto de carácter urbano, especialmente guiado por la noción del desarrollo de una idea de ciudad de “puertas abiertas” en contra del tradicional desarrollo de edificios institucionales resguardados e introvertidos debido al problema de seguridad. Por consiguiente el no construido se convierte en la principal generatriz, con el espacio público como articulador y símbolo, que se define de manera sutil e imponente entre lo no construido y lo construido.